Los conflictos por la vacuna
Mientras el mundo lleva más de un año suspirando por un pinchazo de la vacuna que nos salve del riesgo de muerte que significa la Covid-19, el enfrentamiento entre los países ricos contra los más pobres agranda la grieta social. Argentina es un escenario muy particular, por los desaciertos en el manejo de la vacuna, agravado por la fuga de capitales, que dificultó la compra del inmunógeno; me permito recordar que estas situaciones las remarqué por anticipado en tres oportunidades, en el espacio de opinión que LA GACETA facilita a sus lectores: 4/8/20, bajo el título de “ La pandemia, los ricos y los pobres”; 7/11/20, “Apostadores de la Brecha”; 17/12/20, “ Acaparadores de vacunas”. Lamentablemente los conflictos internacionales sobre la tenencia de la vacuna me dan la razón. Esto no pasaría si el poder financiero no se hubiese utilizado para empobrecer a los pueblos, con préstamos imposibles de pagar. Los mercados financieros integrados por Fondos de Inversión, FMI, las grandes corporaciones bancarias etc., oprimieron a los pueblos llevándolos a la extrema indigencia; el conflicto por la vacuna no alcanzaría la controversia actual si los cinco fondos de inversión más grandes del mundo, que administran más de U$S 15.770 billones, ayudaran con créditos blandos a los estados más pobres (a los que saquearon por décadas) posibilitándoles la compra de las vacunas en tiempo y forma; desde la óptica de la inversión, la asistencia se justifica; de lo contrario la pandemia borraría los mercados para sus negocios. En el caso particular de nuestro país, los conflictos se potencian por los oscuros manejos de la vacuna, lo que obliga a los gobiernos provinciales y municipales a seguir el ejemplo del Gobierno nacional, expulsando de la administración pública a todos los que violaron las normas de inmunización, cualquiera sea el origen político de los transgresores, y sin importar la relación de raza con el poder. En lo referente a la disponibilidad de divisas, los argentinos ya tendríamos la totalidad de las vacunas, con solo disponer del 1% de los U$S 45.000 millones fugados en la gestión anterior. Por la magnitud de la crisis económica, de salud y financiera es conveniente, que el señor Presidente de la Nación, informe amplia y claramente el grado de responsabilidad de los funcionarios que intervinieron en el “romance financiero” entre Macri y Lagarde, (con Donald Trump en el papel de Cupido) que nos puso al borde del default.
José Emilio Gómez
gjoseemilio823@gmail.com
La gran estafa
Cuenta el historiador Eduardo Lazzari que la primera vacuna que tuvo la humanidad fue contra la viruela, en 1796, siendo la primera enfermedad extinguida en la historia. Asimismo, relata que el magno general Manuel Belgrano impulsó la vacunación contra la misma en Buenos Aires. Es así que, antes de emprender la expedición al Paraguay, el gran prócer mandó a vacunar a todos los pobres, los niños y los negros, no vacunándose él en ese momento, por privilegiar a los que consideraba grupos de riesgo. Vaya esta destacable actitud moral y ética, entre otras tantas que tuvo, para compararla con las actitudes despreciables, pusilánimes y egoístas de muchos tucumanos que antepusieron su seguridad personal, y hasta familiar, y se inocularon cuando no les correspondía, en desmedro del bienestar general. Es sabido, por protocolos oportunamente establecidos, quiénes eran las personas que debían ser incluidas primero, sin distingo político o social, a fin que, solidariamente, se pueda enfrentar esta pandemia que sigue acechando. El no respeto del cronograma estatuido constituyó algo equiparable a una gran estafa, o defraudación, a la buena fe de los ciudadanos respetuosos que querían, y debían, esperar su turno. Se burlaron, con su repulsivo proceder, de muchos que integran el personal de la salud, que asisten y contienen a quienes se enferman y a sus familiares, y de muchas otras personas que verdaderamente cumplen funciones esenciales. Esta gran estafa, reitero, o defraudación, equiparable metafóricamente a quitarle un plato de comida a un niño desnutrido o a un anciano hambriento desvalido, podrá ser reprochada y castigada, o no, judicialmente, pero el daño moral causado fue una vil bofetada a la credibilidad de una sociedad hastiada hasta el cansancio de una casta privilegiada, impune y corrupta, que esperaba un comportamiento honesto y equitativo de los encargados de tan delicada e importante campaña vacunatoria.
Ramón Alfredo Maldones
ra_maldones@hotmail.com